“Son los ojos felinos, ojo jaguar. Los labios, como dice el Poeta Rubén Bonifaz Nuño: en realidad uno ve dos serpientes encontradas que representan el origen del cosmos”…
Así visualizó el gran escultor Pedro Reyes a Tlalli (tierra en náhuatl). Es la escultura de una mujer, inspirada en las colosales cabezas olmecas, y ocupará el lugar que hasta hace unos meses correspondía a la figura de Cristóbal Colón en el Paseo de la Reforma.
Es, como toda deidad, una mujer dual pues “una cabeza olmeca no es algo que pertenece a un cuerpo, es una entidad en sí misma”, dijo el escultor quien contempló otros elementos como los aretes y la nariguera utilizados tan por mujeres como hombres.
“Es como si una persona que no usara aretes, casi casi como si saliera desnuda a la calle, pero también tiene que ver con ciertos ritos iniciáticos. La perforación del tabique nasal era también un rito de paso”, explicó Pedro Reyes.