Al gran músico, poeta y actor, la luz que lo alumbraba, en tinieblas lo dejó un paro respiratorio a causa de neumonitis por Covid-19…
Oscar Chávez se ha ido entre mariposas amarillas, ya vuela como ellas, con su alma liberada. Ya van cargándolo “en tandas, Obispos y Embajadores, detrás va el pueblo en danzas, todo cargado de flores”.
El miércoles 28 de abril llegó al Hospital 20 de Noviembre, arrastraba una afección pulmonar crónica por tabaquismo, acompañada de fiebre y dificultad para respirar. Pronto lo diagnosticaron como positivo del coronavirus.
Dos días su cuerpo resistió. A sus 85 años de edad dejó de existir. Ahora está con su niña de Guatemala, la que se murió de amor, besando su mano afilada, besando sus zapatos blancos
Él imploraba a su Llorona: “No me llores cuando muera ni cuando me veas tendido”, pero “¡Que recanija calaca!”, se llevó al de la ronca voz, de la que brotaban melodías desde las entrañas de su alma.
Se ha hecho la voluntad de la Llorona… “si porque te quiero quieres que yo la muerte reciba que se haga tu voluntad que muera porque otro viva” y este jueves 30 de abril “las rezadoras” le han dicho que en este día moriría…
Se ha ido. Pero nos ha dejado una advertencia que nace de entre sus letras: “Mucho cuidado señores porque la muerte anda lista en el panteón de dolores ya nos tiene una fosita para los compositores y uno que otro periodista, licenciados y doctores, todos están en la lista…
“…cuando menos lo pensamos nos hace estirar la pata… la muerte no enseña el cobre tampoco hace distinciones, lo mismo se lleva al pobre y al rico con sus millones…”
!Quédate en casa! Porque “la muerte no enseña el cobre tampoco hace distinciones. Lo mismo se lleva al pobre y al rico con sus millones”.
Y “¡Que viva!” “¡Que viva el difunto!”