Ricardo Monreal no se amilana ni acongoja, más bien, anda de buenas, sonriendo. Dice que en él no anidan odio ni rencores; más bien, asegura, lo suyo es el respeto y la amistad. Es su reacción a la polémica que generó su voto en abstención en la votación de la reforma a la Guardia Nacional en la Cámara Alta.
Ni siquiera le hace mella que el propio presidente de México, Andrés Manuel López Obrador lo haya denostado, acusándolo de ser aval de la politiquería y del hipócrita conservadurismo.
“Hay que ocupar la mente para asuntos más agradables”, dijo a través de las redes sociales y todo sonriente se fue a comprar un álbum Panini y estampitas, pasatiempo que realiza con uno de sus nietos; también invitó al público a intercambiar las estampillas repetidas, el lunes a las diez de la mañana en la puerta 4 de la sede del Senado, desde donde ha comenzado a mover sus hilos rumbo a la sucesión presidencial del 2024.
“Es un rebelde”, ya lo había calificado así el propio secretario de Gobernación, Adán Augusto. Y sí, el mismo Monreal se auto nombrado rebelde, pero “rebelde con causa”, matiza.
Quién mira ya a Ricardo Monreal como su probable candidato presidencial, ¿los de Movimiento Ciudadano? ¿Varios sectores del morenismo? ¿Un frente amplio opositor? Él, por lo pronto, dice tener bien puesta la camiseta de los pumas; también es atlantista, de las Chivas, atlista… “de todo, a todos los respeto, hay que ser tolerantes y por su puesto cruz azul”, suelta Monreal desde el montículo del Senado una pelota caliente hasta Palacio Nacional.
Y ya entrada la tarde de ayer viernes, luego de una semana de tensión en el ambiente político, Monreal fue aún más punzante, sus palabras tejieron con jiribilla. Fue durante la inauguración de los trabajos del Parlamento Juvenil de la Universidad Autónoma Metropolitana efectuado en la Cámara Alta.
A esas nuevas generaciones les hizo un llamado a no cambiar sus principios por dádivas, amenazas, ofrecimientos o ascensos. Y los llamó a ser congruentes y a no doblegarse ante el poder.