Más que una prenda para vestir o la confección de un adorno, el bordado maya yucateco trasciende lo textil para convertirse en una forma de interpretación del entorno y la vida comunitaria de los pueblos originarios de Yucatán.
De ahí la necesidad de revitalizar esta práctica a través de políticas públicas y acciones concretas como el Plan de Salvaguardia del Bordado Maya Yucateco que parte de un proyecto participativo de las propias artesanas y que contó con el respaldo del Gobierno del Estado de Yucatán, a través de la Secretaría de la Cultura y las Artes (Sedeculta) y la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), con el cual se comprometió el titular del Ejecutivo Estatal Joaquín Díaz Mena para responder a las necesidades de las bordadoras y apoyar su actividad desde los frentes necesarios.
De acuerdo con las investigadoras en Antropología Social Silvia Terán y Contreras y María Elisa Chavarrea Chim, -pertenecientes a la Dirección de Patrimonio de la Sedeculta- cada diseño que elaboran las artesanas y artesanos lleva hilada su cosmovisión, como parte de una tradición que, a través del esfuerzo por conservarla, sustenta cada pieza.
Cada comunidad –coinciden- emplea colores, patrones, figuras y elementos que se encuentran en la naturaleza, su región y vida cultural en la que se desenvuelven. Esta conjunción aporta una identidad única a las piezas realizadas que incluye rasgos de las comunidades donde se elaboran, ya sean para uso cotidiano, alguna ceremonia o ritual, o como vestimenta de gala.
En ese sentido, Terán y Contreras, agregó que en diversas partes del estado se pueden apreciar prendas distintivas de cada zona, en las que los dibujos, el tamaño, la técnica empleada y tonalidades permite identificar, muchas veces, el lugar de origen, tanto de las portadoras de la prenda como de las artesanas que elaboraron la ropa.
Esa asociación a su contexto –detalló- está muy ligada en representar y plasmar en los diseños su entorno y la naturaleza en la que se desenvuelven por lo que se pueden apreciar flores silvestres, pájaros, colores intensos hasta elementos geométricos de inspirados en insectos, y en general, la naturaleza, ámbito que está asociada a un elemento étnico de los pueblos originarios.
Explicó que el antecedente del bordado en Yucatán tiene su base en evidencia encontrada en el cenote sagrado de Chichen Itzá, y que se encuentra en resguardo en el Museo Regional de Antropología Palacio Cantón, con fragmentos de tejido de telar y brocado, que es el tipo de adorno que se le pone al telar al irlo tejiendo.
“El bordado es un tipo de adorno que se aplica con aguja e hilo una vez que tienes ya una tela terminada, y en Chichen Itzá hay fragmentos de bordado y esto es muy interesante porque es prácticamente la única parte del país a donde hay una evidencia arqueológica de bordado”.
En la época prehispánica –continuó la investigadora- el brocado era la práctica principal y el bordado una técnica auxiliar, pero con la llegada de los españoles se obligó a los pueblos originarios a entregar telas lisas que eran comerciadas en toda Mesoamérica; después, al terminar la época colonial y la introducción de telas más baratas el bordado pasa a ocupar el lugar primario.
Esta situación propició que se hayan generado numerosas técnicas, varias de las cuales, con el paso de los siglos y el desuso, se fueron perdiendo. Pese a ello, Yucatán es –de acuerdo con lo conocido hasta ahora- el lugar que cuenta con más técnicas.
Actualmente se han recuperado varias puntadas que se han transmitido a lo largo de las generaciones, solo de 12 municipios que se han documentado como parte del Plan de Salvaguardia del Bordado Maya Yucateco, detalló la investigadora y directora de Patrimonio de la Sedeculta, Chavarrea Chim.
Expuso que alrededor del bordado se teje también la economía familiar y comunitaria: productos que inicialmente se elaboraban para autoconsumo se convirtieron en una manera de obtener ingresos.
Ello, añadió, sin perder de vista que son una obra de arte que conlleva una cosmovisión, esfuerzo físico, carga simbólica y hasta religiosa, tal como puede observarse en las promesas bordadas que llevan en los estandartes de diversos gremios.
Además, comentó Chavarrea Chim, el bordado maya yucateco establece las formas de organización de los grupos de un lugar.
En ese contexto, la forma familiar de producción ha sido la predominante, pero cuando la capacidad de cumplir un compromiso rebasa el número de integrantes se apoyan en los parientes próximos.
Y en caso de que esta alianza también quede sobrepasada, se incluye a otros integrantes de la comunidad lo que permite una flexibilidad en la distribución de tareas, lo cual es una característica de adaptación y resiliencia que ha permitido al pueblo maya resistir las diversas etapas por las que ha pasado, puntualizaron ambas especialistas.