En noviembre de 2012, los institutos nacionales de Antropología e Historia (INAH) y de Estudios Históricos de las Revoluciones de México sacaron a la luz los dos tomos de la obra Los restos de los héroes en el Monumento a la Independencia, donde se publican, entre otros, los resultados del estudio osteológico realizado en las reliquias de los próceres que descansan en la columna honoraria, con motivo de su homenaje, en el marco del Bicentenario de la Independencia de México.
En 2010, los restos de 13 héroes y una heroína fueron exhumados y trasladados al Laboratorio de Restauración del Museo Nacional de Historia, ahí, durante tres meses, el equipo de antropología física del INAH, conformado por Antonio Pompa y Padilla, Jorge Arturo Talavera González y Nancy Geloven Alfaro, hizo un análisis descriptivo detallado de partes anatómicas, número de individuos, características tafonómicas y evidencias de enfermedades, fracturas, marcas ocupacionales, entre otros aspectos.
El objetivo del estudio osteológico fue realizar un inventario y contrastar los resultados con los datos históricos, dentro de un amplio estudio bioarqueológico. El 26 de septiembre de 2024, a las 18:00 horas, el antropólogo físico Jorge Arturo Talavera González abordará nuevamente el tema y presentará con más detalle las historias de vida que quedaron escritas en los huesos de cada héroe, en el ciclo de conferencias “La arqueología hoy”, que presenta El Colegio Nacional (Colnal), bajo la coordinación del investigador del INAH, Leonardo López Luján.
La ponencia Mito y realidad los héroes de la Independencia: ¿Qué nos dice la bioarqueología?, la cual también se transmitirá por el canal de YouTube del Colnal, abordará aspectos individuales de los esqueletos y cráneos no considerados en la publicación, a partir de estudios que arrojan datos íntimos de las personas y, en algunos casos, corroborar la información histórica; otros, abren interrogantes inesperadas sobre el destino de los personajes.
Talavera González reitera que todos los restos corresponden a la y los héroes, a excepción de Mariano Matamoros, cuyo supuesto esqueleto resultó ser femenino: “Por un momento se pensó que en realidad pudo ser una mujer que se disfrazaba de hombre para tener acceso a la educación, pero localizamos su fe de bautismo y en ella se refiere a Mariano Matamoros como individuo masculino. En este caso la interrogante es: ¿Qué pasó con los restos del héroe?”.
Otra polémica controversial es la referente a Vicente Guerrero. La historia narra que, por órdenes de Anastasio Bustamante, un consejo de guerra lo condenó a muerte y lo fusilaron en la villa de Cuilápam, en Oaxaca, el 14 de febrero de 1831, luego de ser traicionado y aprehendido a bordo del bergantín El Colombo. Sin embargo, los resultados del estudio de antropología forense no corresponden con un fusilamiento: su caja torácica, vértebras, omoplatos y esternón no tienen impactos de bala, tampoco el cráneo.
El especialista está convencido de que los restos sí son de Guerrero, y un indicio definitivo es la lesión en su brazo derecho que le impedía extenderlo, debido a una herida mal curada en el campo de batalla, la cual le partió el codo en dos. “Es la explicación al hecho que en litografías y pinturas regularmente aparece con el brazo en el pecho, al estilo Napoleón”, considera.
Asimismo, comenta que el esqueleto fue barnizado con laca de Olinalá, por eso es más oscuro que su cráneo, el cual sí corresponde al de una persona mulata. En tanto, las marcas de actividad son de un arriero que desde niño montó a caballo, lo cual se corroboró. El antropólogo también está convencido de que no murió fusilado, quizá, envenenado o por arma blanca, porque no se hallaron evidencias de disparos.
Los estudios tafonómicos, es decir el estudio de lo que ocurre a los cuerpos después de la muerte, tanto por cuestiones naturales como culturales, indican que el cráneo de Miguel Hidalgo tiene dos perforaciones por la acción de gotas de agua que escurrieron constantemente de la jaula donde estuvo colgada su cabeza, por 10 años: “Los orificios no son de bala porque el impacto estalla el hueso cuando está hidratado y la fractura se irradia. En este caso, los orificios se ven craquelados porque el hueso ya estaba deshidratado cuando se formaron, es decir, en una persona fallecida. El único que tiene disparo en la cabeza es el cráneo de José María Morelos, fue fusilado y le dieron el tiro de gracia, la huella está en el occipital izquierdo”.
Por último, expone que en los restos de Nicolás Bravo, los estudios de patologías identificaron diabetes mellitus y treponematosis, enfermedad crónica infecciosa, comúnmente conocida como sífilis, la cual destruye tejidos y causa inflamación en casi todos los órganos, incluidos los huesos. A razón de esta enfermedad, el antropólogo sugiere que el insurgente pidió una muerte asistida