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Aumenta interés por beneficio medicinal de la cannabis

Durante las últimas décadas, la planta de cannabis se ha puesto más de moda que nunca. A pesar de ser usada desde hace cientos de años, tanto de forma medicinal como para un uso adulto, el estigma de la ilegalidad significó que se hicieran pocas investigaciones efectivas sobre los usos y el cultivo de esta planta. Ante el resurgimiento del interés por sus beneficios medicinales, además de su cada vez más efectiva legalización en distintos países, se plantean también nuevas cuestiones en cuanto a esta planta milenaria. ¿Cómo afecta al medio ambiente? ¿el cultivo puede beneficiar o puede perjudicar aún más a nuestro planeta? ¿qué beneficios industriales puede aportar esta planta, durante tantos años prohibida?

El 20 de abril se celebra lo que ha pasado a llamarse el “4/20”, número que hoy hace referencia directamente a la marihuana, originado por este grupo de amigos de la escuela secundaria San Rafael en California, que en los años 70s se reunían a las 4:20 PM, frente a una estatua de Louis Pasteur, en relación con un plan para buscar un cultivo de cannabis abandonado. De ahí que comenzaran a refererise a la planta por estos números hasta que, en la actualidad, hayamos decidido hacerle un tributo, a nivel mundial, a esta planta milenaria cada 20 de abril.

Dos días más tarde, el 22 de abril, hay otra gran celebración global: el Día del Planeta, que busca crear conciencia sobre la importancia de tomar acciones efectivas y sustanciales en pro del cuidado del medio ambiente.  Entonces, ¿podemos celebrar el creciente interés por la planta de Cannabis sativa en el mes que nos enfocamos por el cuidado del planeta?

A primera vista, el cannabis en definitiva es una de las plantas más “verdes”, permitiéndonos el guiño, ya que es una de las que más dióxido de carbono puede absorber de la atmósfera durante su cultivo.

La planta de Cannabis sativa pertenece a la familia de las cannabáceas y cuenta con dos plantas hermanas: el cáñamo (o ‘hemp’ en inglés) y la marihuana o cannabis, las cuales tienen características específicas y usos diferentes.  En particular, la planta de cáñamo se reconoce por tener un tallo largo y una flor pequeña, cuenta con una baja concentración de delta-9-tetrahidrocannabinol (THC) que por lo general es menor a 0.3% y se ha utilizado por miles de años en la historia de la humanidad para fines industriales. Se estima que cada hectárea de cáñamo absorbe alrededor de 0,67  tonelas de CO2  por año, lo que es compatible con todos los árboles urbanos de EE. UU y muy parecido a los bosques regenerados de forma natural.[1]

Por otro lado, los muchos usos industriales del cáñamo han posicionado también a esta planta como un posible aliado en el cuidado del medio ambiente. Por ejemplo, al producir industria textil, plástico, elementos de construcción, papel y cartón, entre otros, 100% biodegradables. La posibilidad de utilizar cada parte de la planta de cáñamo para diferentes propósitos y procesos industriales impacta en la generación de desperdicios, donde cada subproducto es una materia prima valiosa para muchos sectores de la bioeconomía. Sobre todo en sus usos textiles es donde mayores beneficios se encuentran, sobre todo al ser esta industria una de las más contaminantes a nivel mundial[2].

Con base en un estudio[3], se estima que producir un kilogramo de cannabis procesado en interiores genera 4,600 kg de emisiones de CO2 a la atmósfera, lo que equivale a un vehículo de pasajeros conducido durante un año. Entre ellos, el factor de emisión (kg CO2 emitido por kg rendimiento) de iluminación es 1,520 (33%), seguido de ventilación y deshumidificación (1231, 27%) y aire acondicionado (855, 19%).

Por otra parte, es un hecho que para cultivar cannabis se requiere de altas cantidades de agua, aunque el uso diario promedio de agua varía de un sitio a otro, dependiendo de muchos factores, como las características geográficas, las propiedades del suelo, el clima y los tipos de cultivo. Al ser el cannabis un cultivo de temporada, necesita el doble del agua requerida por cultivos como el maíz, soya y trigo. Se estima que una planta de cannabis consume 22,7 litros (6 galones) de agua por día durante la temporada de crecimiento, que normalmente va de junio a octubre, durante un total aproximado de 150 días.[4]

Algunas de las posibles soluciones que sugieren los expertos incluyen el desarrollo de tecnologías como el riego de precisión que podrían reducir el consumo de agua y la aplicación de herramientas como el análisis del ciclo de vida. Una opción para generar cultivos de cáñamo más sostenibles es la implementación de la agricultura regenerativa, la cual se basa en minimizar la luz artificial, emplear sistemas de recolección de agua de lluvia, utilizar pesticidas naturales, aplicar la agricultura sin labranza (que consiste en combinar dos o más cultivos sobre el mismo terreno y al mismo tiempo o cultivar dos diferentes de manera secuencial), y enriquecer el suelo mediante la vermicultura, que se basa en la utilización de algunas especies de lombrices de tierra para transformar desechos orgánicos en composta. Lo anterior ayudará a generar mayor cantidad de compuestos beneficiosos, productos libres de residuos químicos, reducirá el consumo de agua y las plagas de forma natural.

Sin embargo, esto solo puede hacerse efectivo al legalizar y regular la producción, industrialización y consumo del cannabis, de forma tal que los agricultores puedan emplear técnicas de cultivo que favorezcan al medio ambiente y a la producción, sin incurrir en un delito.

FUENTES BIBLIOGRÁFICAS

 [1] Muhammad Pervaiz, Mohini M Sain, Carbon storage potential in natural fiber composites, Resources, Conservation and Recycling, Volume 39, Issue 4, 2003, Pages 325-340, ISSN 0921-3449, https://doi.org/10.1016/S0921-3449(02)00173-8.

[2] https://news.un.org/es/story/2019/04/1454161

[3] Mills E. The carbon footprint of indoor Cannabis production. Energy Policy. 2012;46:58–67.

[4] Butsic V, Brenner J. Cannabis (Cannabis sativa or C. indica) agriculture and the environment: A systematic, spatially-explicit survey and potential impacts. Environ Res Lett. 2016;11(4):044023. https:// doi. org/ 10. 1088/1748- 9326/ 11/4/ 044023.

 

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