Más de 149 millones de niños tienen retraso en el crecimiento causado por la desnutrición. Al mismo tiempo, los índices de obesidad y sobrepeso infantil están creciendo en casi todos los países.
Estudios consultados por el Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDO) advierten que dietas poco óptimas, ya sea en exceso de nutrientes críticos o en la carencia de estos, son responsables de una de cada cinco muertes a nivel global.
En este sentido, una buena nutrición es fundamental para la salud humana y el desarrollo sustentable de las naciones. Todas las formas de malnutrición tienen un común denominador: que los sistemas alimentarios existentes no pueden ofrecer a todas las personas una alimentación saludable, accesible y sostenible, de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas.
Estas problemáticas están relacionadas también con el hecho de que muchos países han hecho una transición de dietas tradicionales a unas basadas en productos ultraprocesados, que además de que están vinculados a un aumento de peso, disminuyen la calidad de nutrientes disponibles.
La Organización Mundial de la Salud señala que, aunque pueda parecer contradictorio, tanto la desnutrición como la sobrealimentación están relacionadas con la pobreza. En muchos países en desarrollo, apunta, los lactantes con desnutrición aumentan, posteriormente, su consumo de alimentos calóricos de baja calidad y pueden sufrir exceso de adiposidad.
Aunado a ello, un estudio elaborado por The Lancet, revela que la desnutrición en los primeros años de vida, seguida por el sobrepeso en la niñez, incrementa el riesgo de padecer enfermedades crónicas no transmisibles como diabetes, hipertensión, así como padecimientos cardiovasculares.
Este, se trata de un fenómeno intergeneracional, pues si una madre estuvo subalimentada en las primeras etapas de su vida, y después desarrolló obesidad, es más probable que el niño sea obeso.