POR PELANÁ
Quien redacta estas líneas no se anda por las ramas ni tiene pelos en la lengua; deja que fluya su pluma, así, sin medias tintas, el teclado de lap, sentencia la siguiente historia que es hasta de pena ajena.
Así es que ya entrados en gastos, amable lector, dejeme decirle que por los rumbos de la peninsula, justo en el estado de Yucatán, un político con la cola retorcida, de plano se hizo fuera del bacín, tanto que ha provocado fó (asco).
Y es que se sintió parido por cristian dior, como bordado a mano y decidió quitar su linda boca de la ubre de la vaca que, ¡desde 1979!, lo alimentó, ya como diputado local ya como diputado federal, ya como senador o como secretario de Estado en los años de bonzanza de su partido, el Revolucionario Institucional.
Muy echado pa delante, le tiró carrilla al alcalde de Mérida, Renán Barrera Concha, quien luego de nueve años de exitosas administraciones, busca ser gobernador de Yucatán por el Partido Acción Nacional, al acusarlo sin sustento, a él y al blanquiazul, de ser un político rapaz… ¡zaz!
Tu chi’aj le t’aano’ (se mordió la lengua) nuestro personaje en esta historia. Y todo por pretender venderse al mejor postor, creyendo que, poniéndose la botarga de tucán (léase Partido Verde Ecologista), lo iban a dejar pasar como Pedro por su casa para ponerse la casaca quinda de Morena y contender por la gubernatura yucateca.
Pero más temprano que tarde, recibió su wascop (coscorrón), en su redonda tatema, cuando, ni 24 horas pasaron de andar de lenguarás y de sentirse el todas mías, cuando los morenos le bajaron la persiana.
Óotsil (pobre) Jorge Carlos Ramírez Marín. Seguro ya se fue a Yook’ol (llorar) detrás de su curul senatorial. Y todo por andar de chokoj (caliente).