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Cooperativas rurales del sureste mexicano optan por turismo reconciliador

Ana Piña es una guía turística de Tekit, Yucatán, quien descubrió su vocación a través de un sueño que la acompañó desde su infancia: un turismo que acerque a las personas desde sus diferencias, que beneficie directamente a su comunidad y, así como con la leña y el fuego en la cocina tradicional, con el cuidado necesario.

Los datos más recientes del INEGI (2020) estimaron que el turismo aportó más del 6% al PIB total de la economía mexicana y que casi el 90% de la producción turística correspondía a servicios. Es comprensible que el mayor ingreso por esta actividad la reciban hoteles y otros servicios de hospedaje, sin embargo, las segundas mayores ganancias las registraron las excursiones y paquetes de agencias de viajes, seguidas por centros nocturnos, bares y cantinas. Aunque esto puede considerarse una tendencia, es también una oportunidad de reformular dinámicas para un desarrollo sostenible y equitativo a partir de la revaloración cultural.

El turismo comunitario hace que los visitantes participen en las actividades cotidianas de la población, lo cual genera que se intercambien experiencias, cocimientos y culturas, además de que se involucra una mayor cantidad de personas, fomentando una economía directa, redistributiva y circular. Así, los beneficios son principalmente colectivos.

Con dudas y temores por no haber ido a la escuela o creer que no se llevaba bien con la tecnología, Ana tomó un curso hace algunos años y descubrió el turismo comunitario. Perseveró e inició una etapa de aprendizaje que continúa hoy día, al recibir a visitantes en su hogar.  Además, se sincera y comparte con confianza que no valoraba la vida rural, por ejemplo: tener animales en casa como pollos, cerdos y abejas, cultivar, o el trabajo de su padre en el campo. Sin embargo, señala que amplió sus horizontes gracias al turismo comunitario.

La guía yucateca comparte que también se ha reconectado con su cultura ancestral, reconociendo que su comunidad es maya, lo cual comparte a las personas que visitan Tekit y participan en los tours y experiencias que ofrece la cooperativa Yaax Tekit, de la cual forma parte. Explica que los beneficios de estas actividades llegan hasta a 50 familias, las cuales en ocasiones no cuentan con otro ingreso económico.

La mayor parte de los grupos que recibe Yaax Tekit son extranjeros y las personas francesas son quienes suelen sumarse a las experiencias turísticas de Ana. Considera que esto se debe a que existe una mayor dificultad para valorar la cultura aparentemente más cercana, por ejemplo, entre un estado y otro en México, o incluso entre una localidad y otra, además de otro desafío profundo: un cambio en la mentalidad y la dinámica del turismo nacional.

Ana comenta que el turismo nacional o local suele esperar una atención y un servicio muy similares al turismo convencional de descanso y entretenimiento. Lo cual representa una confrontación de paradigmas frente a un turismo que parte de la colaboración en las actividades cotidianas, por ejemplo, no sólo integrarse con las familias anfitrionas, sino también participar en la preparación de la comida, los trabajos de cosecha o levantar la mesa.

Esta visión de turismo es la que Ana sumará en su participación como Experiencia Modelo en el programa de Mejora de Capacidades para el Turismo Comunitario en Yucatán, que coordinan la UNESCO, la Unión de Cooperativas de Turismo Comunitario Co’ox Mayab, Airbnb y la Secretaría de Fomento Turístico del Estado de Yucatán (SEFOTUR).

El objetivo del proyecto es impulsar tours y actividades turísticas con un esquema rural y comunitario, como los que ya emprenden diferentes comunidades en los municipios de Yucatán. Aunque el punto de partida es la plataforma mundial de Airbnb, se busca mejorar la competitividad de las iniciativas locales de manera durable.

Para lograrlo, se brindarán y se construirán de manera colectiva herramientas de finanzas y negocios, para usar tecnologías, como los medios sociales, así como para valorar y promover el patrimonio cultural, material e inmaterial. La intención final es que las estrategias se compartan y se mejoren entre las propias comunidades y así puedan competir en el sector turístico presente y próximo de manera equitativa, previniendo los riesgos del turismo convencional o masivo.

Al retomar una analogía que le compartían sus abuelos, Ana señala que el turismo es como el fuego: es necesario para cocinar, pero debe cuidarse para evitar incendios. Por ello, señala que debe gestionarse de manera adecuada el flujo de visitas y evitar los daños del turismo masivo, lo cual requiere de una constante capacitación y análisis, a lo cual también responde el proyecto de la UNESCO.

La experiencia turística que brinda Ana Piña es un tour gastronómico que inicia desde su hogar, de donde parten en mototaxi hacia un molino y al mercado, donde compran los ingredientes para preparar platillos típicos de Tekit. La cooperativa Yaax Tekit también forma parte de la Unión de Cooperativas Co’ox Mayab y ofrecen, por ejemplo: visitas a una panadería tradicional, en la que visitantes elaboran panes mientras conocen la historia familiar del local; actividades de bordado y apicultura, entre otras.

 

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